La verdad que te cuentan

Ellos hablan como si lo hubieran vivido, como si fuera cierto aquello que sólo conocen de oídas.

Querían que fuera cierto lo que deseaban para que hubiera una justificación para cambiar las cosas, para encontrar un modo de ser lo que no les dejaban ser.

Los hechos dejaron de ser hechos y se convirtieron en opiniones. En apoyo al testimonio de alguien contra quien no querían. Dejaron de verificar las cosas. Empezaron a decidir qué era mejor decir, qué era mejor callar, qué era mejor torcer. Como todos lo hacían, sonreían como en una hermandad.

Intentaron volver verdad una mentira, repitiéndola tantas veces, convenciendo a mucha gente.

Pero, al hacerlo, se volvieron insensibles a la verdad. Porque esparcieron tanto perfume en el aire que ya no saben qué huele qué.

Cuando quieren volver a decir la verdad, queda algo en su andar, en su mirada, en la forma en que dicen las cosas. La gente ya no les cree todo.

El mundo ha cambiando mientras se cubrían los ojos, mientras se tapaban los oídos, mientras callaban.

Ojalá vuelvan a sentir la verdad. Ojalá dejen de actuar como si una sonrisa de suficiencia pudiera volver hecho una opinión o hiciera dorado al barro.

Lo que es, es. Y sería mejor decirlo y confiar en que es lo mejor.

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