La rosa

En el jardín había una rosa.

En la noche, mientras dormía, se acercó a ella un hada y le susurró al oído: '¿Quieres conocer el jardín?'.

En sus sueños, la rosa respondió que sí.

Sus pequeñas raíces salieron de la tierra convertidas en gráciles piececitos y, con un estremecimiento, la rosa dio su primer paso.

Sólo un paso, pero ahora estaba en otro lugar por primera vez. Allí, vio que el pasto seguía teniendo el mismo aspecto, el aire el mismo aroma y la tierra el mismo calor. Y se maravilló de que fuese así.

Otro paso y prosiguió, y en su marcha tocó un rayo de luna que pasaba entre las hojas del árbol. Se detuvo y, al mirar hacia arriba, la luz iluminó su faz. Contempló a la luna largo rato y una lágrima de rocío surcó sus suaves pétalos.

Y continuó, volviendo su rostro a un lado y al otro, asombrada de descubrir tantas cosas.

De pronto, una fuerte brisa entró al jardín. El pasto se agitó, ondeante, mientras las hojas secas se elevaban en un remolino que llevó a la pequeña rosa hasta las primeras ramas del árbol. Desde allí, tenía ante sí el jardín completo y divisó rincones de él que jamás hubiera imaginado conocer.

Vio arreglos de arbustos, la multitud de flores que dormían, y la fuente, con el suave cantar del agua que caía. Luego miró más allá de la blanca cerca y del pequeño muro y vio el horizonte; al mar con sus blancas olas brillando iluminadas por la luna y el perfil de las lejanas montañas dibujándose sobre el oscuro cielo azulado.

Vio las estrellas titilar y sonrió de alegría.

La noche terminaba. El amanecer pintaba de colores el cielo.

La rosa miró hacia el oriente y, frente a ella, nació el sol.

En la mañana, un jardinero que pasaba notó, desde fuera del jardín, una pequeña rosa suspendida entre las ramas de un árbol. Viéndola, bajo el sol del amanecer, pensó que pronto se marchitaría, y que sin duda moriría. Sintió pena por ella.

No sabía que la pequeña rosa, en ese momento, era la más felíz.

Crédito de la imágen: Over the River and Through the Woods

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